sábado, 1 de noviembre de 2008

Primeros descubrimientos

Que indispensable resultan ser algunos valores ejemplares como la honestidad y la importancia de la verdad. Más aún, cuando crecemos, nos desarrollamos, maduramos y nos convertimos en profesionales. Ayer quizás, en realidad hace algunos años atrás, jamás hubiese imaginado en la oportunidad que hoy me deslumbró. Siempre supe que mi vocación era el periodismo, en alguna ocasión sentí desarrollado un instinto social. Sin embargo, los últimos días demuestran que las circunstancias de la vida me invitan, una y otra vez a confirmar, asegurar y realzar esta vocación perfectamente creada para mí.
En los últimos días se han presentado situaciones caóticas, denigrantes, humillantes y nefastas para todo ser humano. Conociendo el núcleo de toda cuestión, nos sorprendemos al encontrar todo lo que subyace al género humano.
Y estas cuestiones tan valorativamente tajantes de las que hablaba al comienzo, son esenciales para cualquier profesión, para cualquier ciudadano y para cualquier político.
Todos sabemos quienes roban, quienes no cumplen leyes, quienes modifican normas para conveniencia propia y quienes huyen como cobardes en este mundo. Sin embargo, todos callan, pocos reclaman, escasos participan.
Me remito a mi infancia cuando mi generación, la “generación a-política”, se encargaba de oír que la democracia había regresado, que nos esperaban los buenos tiempos. Escuchábamos un Nunca Más y no entendíamos a lo que hacía referencia...teníamos pocos años de vida y pobre de esta generación: no sabíamos lo que devendría.
Digo pobre...porque es una generación marcada por el neto descreimiento político, una juventud que poco se interesa por las demandas sociales, que solo sale a cortar calles cuando les toa ser hijos de agropecuarios. Una generación que observó desde pequeña cómo vendía su país el tan querido Menem. Una generación que vislumbró a priori la huida de Fernando de la Rúa en helicóptero, que percibió cómo Bush extorsionaba y extorsiona año a año, a nuestra querida Argentina.
Y desembocamos en un embudo minado de contaminación, donde los glaciares continúan derritiéndose por los cambios climáticos...donde se talan a mansalva bosques y bosques con el único objetivo de beneficiar a maldita Botnia y a tantas otras más...
Desde mi lugar, observo rasgos poco agradables de la especie humana y hoy me toca cumplir con mis deberes de la vocación sentida. Hoy me toca aportar mínimamente a la posibilidad de que algunas cosas cambien, se modifiquen, por el futuro y el devenir de esta generación. Desde el comedor de un colegio público, hasta observar la cara rota del secretario de salud, hasta ver cómo te miente sin descaro el secretario de obras públicas. Hoy siento utilidad por mi trabajo, a decir verdad siempre supe, sentí y vivencié prácticas periodísticas, pero nunca utilizando esta fuerte solidaridad que hay en mi. Siempre sentí que amo lo que hago, pero jamás imagine que iba a gratificarme de tal manera.
Si los medios pueden constituir una herramienta válida para lograr que algo mínimamente cambie, entonces haré de mi vocación una misión. Una visión del mundo, una ventana desde la cual mirar a la gente pasar e intrometerme cuando me lo permitan, simplemente para ayudar.
Me he percatado que no logro escribir sin opinar. Soy política porque tengo pensamiento propio, porque digo lo que pienso y tengo fuertes convicciones en la vida. Eso es hacer política, desde mi lugar.

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