Se llama San Ignacio, más conocido por barrio "gris". Eran las dos de la tarde y con un mapita en la mano ubiqué las calles que lo conforman. La primera impresión fue contundente: nadie va a querer responder una mínima pregunta. Sin embargo, comencé a recorrer esas cuatro calles que pertenecen a San Ignacio. No crean que está en un sector alejado de la ciudad, a unas pocas cuadras de la avenida Cárcano se encuentra este lugar que pocos conocen, tal como lo definí en mi nota-
Dos señores mayores, casi abuelos, tomaban vino y se notaban alcoholizados en la esquina.
Las casas estaban todas cerradas, nadie estaba en la calle y yo caminaba. Una amiga me preguntó si tuve miedo. Me reí cuando la escuché. Detesto esa concepción tan básica de quienes consideran que ir a un barrio pobre o a una villa debe generar "miedo". Miedo pensé? y recordé cómo había sido mi experiencia en San Ignacio. Este San Ignacio donde está marcado como el barrio que reúne a ladrones y drogadictos de Carlos Paz.
Están definitivamente equivocados. Hay pobreza, hay marginalidad y exlcusión porque nosotros las fomentamos. La misma sociedad lo ha denominado "barrio gris" y al hablar con muchos de los vecinos -luego de mucho esfuerzo- me percaté que nada de lo que todos pensamos ocurre allí.
Si bien me costó mucho trabajo relizar las entrevistas, logré entablar conversación con familias muy humildes y sinceras que reconocen las características del barrio; pero que remarcan la honestidad de muchas de ellas.
La droga allí es más que moneda corriente, está presente y es absolutamente normal su consumo.
Una de las mujeres de una vivienda muy precaria se me acercó y terminamos hablando durante una hora, apagué el grabador, ya no era necesaria esa presión.
Me comentó que los bolsones entregados por algunos funcionarios son donados a familias de buen poder adquisitivo, que con sus lujosos autos los retiran en las guarderías de la zona.
Parece increible, pero es cierto. Ella tiene siete hijos, algunos ya grandes y otros pequeños. Trabajan todos y el único inconveniente que tiene es que sus hijos continúan consumiendo.
La naturalidad con la que narraba todas estas cosas me sorprendían de sobremanera. En tanto, expresó que los políticos jamas se han acercado al lugar, excepto para comprar votos. Así es como añadió que la policía solo ingresa por pequeñeces.
Continué el recorrido, el basural en uno de los laterales de San Ignacio es prominente. Al llegar a la costa del río observé otro basural, contaminación y un río sorprendentemente limpio.
Del otro lado de la costa, la sociedad. Casas muy lujosas, de dos pisos, con amplios jardines y rebalsados de indiferencia y prejuicios.
Separados por unos metros, San Ignacio no da miedo. Es simplemente un rincón más que no conocemos. Un lugar geográficamente pequeño, pero compuesto por familias muy honestas.
Los "ladrones" están en todas partes, que no se juzgue. Aquellos vecinos de San Ignacio son mas honestos que quienes portan guantes blancos.
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