
El Primer Congreso Nacional de Periodistas se reunió en 1983 en Córdoba. Aquí mismo decidieron que cada 7 de junio se celebraría el Día del Periodsta; de esta manera eligieron dicha fecha, la cual cabe destacar, no fue por azar: el mismo día, en 1810 fue fundada la "Gaceta de Buenos Aires", pocos días después de la Revolución de Mayo.
La "Gaceta" fue el primer periódico fundado luego de que el gobierno español dejara de gobernar nuestras tierras.
Así, la Primera Junta decidió fundarlo y publicarlo una vez por semana. Según cuenta la historia, el primer artículo fue escrito por el querido Mariano Moreno; a pesar de ser un órgano del gobierno que comunicara sus decisiones y actividades, también era considerado un medio independiente.
Y así es como llegamos al 7 de junio del 2009 y nos encontramos ante un panorama tan distinto y provocador. Y digo provocador porque el periodismo de hoy es así, provoca diversas sensaciones. Al observar, escuchar y leer siento repudio por las empresas periodísticas que explotan a sus periodistas, que pagan miserias y creen que ser periodistas es una tarea "sencilla". Créanme, no todos podrían hacerlo.
Después, están aquéllos que piden pautas publicitarias y, producto de ello, permiten que su libertad de escribir, de sentir y pensar sea censurada; que temen publicar y comentar al lector algo de lo que piensa.
Tantos prototipos podría seguir definiendo; sin embagro, las líneas deben ser utilizadas para construir y hacer de esta jornada un momento de reflexión e introspección. Que quienes ejerzan el periodismo tengan la capacidad de hacer autocrítica y pensar sobre lo que brindamos a nuestro público. El lector, televidente y oyente necesita de medios francos, verídicos, reales, honestos, éticos y sinceros con su pensamiento.
Hoy quiero contar mi historia. Se que hago de mi vocación un trabajo, que nace del fondo de mi, que intento llevar a cabo diariamente de la mejor manera. A mis trece trece años sostuve un auricular enorme y lo coloqué en mis oídos, imaginando que la ficha y el cable eran mi micrófono. Siendo tan pequeña, estaba feliz haciendo notas a mi familia.
Desde ese momento supe que iba a vivir toda mi vida de mi bella vocación. Crecí, estudié y aprendí descubriendo las maravillas de mi oficio, hablando con la gente, caminando por lugares increíbles, conociendo lo mejor y lo peor de nuestro lugar, sonriendo y llorando con todo aquello con lo que me encontraba. Hoy llevo diez años en el periodismo y cada día que pasa confirmo aún más cuánto amo ejercerlo, segúramente me acompañará siempre.
Siento lo que hago y amo mi vocaicón, ojalá todos tengan mi suerte. Feliz día a mis colegas y, en especial, al mejor periodista de mi vida, que desde el cielo probablemente me guíe y aconseje en este camino, mi nono Coco.
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