miércoles, 8 de julio de 2009

Merenderos: Ayudar desde la humildad


Los merenderos ubicados en Miguel Muñoz "B" son sostenidos a través del amor, la voluntad y las ganas de ayudar de familias que residen en la costa del río. La pobreza extrema y la falta de alimentación hacen que esta necesidad sea la más urgente de todas. Allí los chicos no sólo disfrutan de su taza de arroz con leche, sino aprovechan para divertirse, compartir y jugar.

En las márgenes del río San Antonio no sólo hay barrios privados en construcción y viviendas de "clase media". También hay una zona donde la pobreza, la desocupación y la carencia de una buena alimentación prevalecen; por otro lado, hay gente trabajadora que desde su humildad y voluntad ayudan a esas familias en situaciones extremas. Ante la falta de alimentación, dos merenderos brindan su taza de leche cada fin de semana y sustentado por familias que allí mismo residen. Los merenderos "Arroz con leche I y II" se encuentran en la zona denominada "La Vizcachera", en barrio Miguel Muñoz "B".

Merendero I
María Alejandra Gutiérrez, Mari Rodríguez y María Fernanda Corre se encargaron se sostener con amor, apoyo y voluntad al merendero "Arroz con leche", el cual nació hace unos siete años atrás apoyado por algunos políticos de turno.
Son 40 los chicos que cada fin de semana asisten con hambre y con ganas de divertirse, compartir momentos con otros niños de su edad todos los sábados y domingos a partir de las 16 horas.
Sin embargo, desde hace tres años las mujeres junto a sus respectivas familias colaboran y se las ingenian para que cada uno de esos pequeños pueda tener su taza de leche y su porción de pan, sobre calle Torricelli, en la costa del río.
En este sentido, dialogamos con Marcos, adolescente e hijo de Alejandra, quienes junto al papá David, brindan las puertas de su hogar para darles la merienda a los chicos del barrio: "Cuando los políticos dejaron de ayudar el merendero se iba a cerrar pero Hugo Curvino colaboró y junto a las familias pudimos seguir dándoles la leche. Siempre estamos hasta la noche porque los chicos no se quieren ir más; también vienen mamás jóvenes con bebés y adolescentes a tomar el arroz con leche.
"Hay muchas necesidades pero no sólo de llenarse la panza, sino de cariño y afecto. Los chicos vienen, se divierten, se despejan y están con otros compañeros y eso por ahí no lo pueden hacer en sus casas. Yo ayudo a mi mamá a servirles, después los hago jugar y cantamos canciones o tocamos la guitarra, hasta que se hace de noche", reiteró Marcos.

Merendero II
Al parecer, esta demanda y necesidad imperiosa de alimentación abunda en toda la zona de la costa del río; allí donde el Estado llega sólo para pedir votos. Carolina es nuera de Mari Rodríguez y junto a su marido le pidió que ampliaran esta atención y pudieran brindarles la merienda a más chicos en otra zona de la costa del río. Así es como se pusieron en acción, limpiaron una canchita de futbol y Carolina se encarga de recibir alrededor de 25 chicos todos los sábados por la tarde. Cabe destacar que, en general, los niños que van al merendero ubicado en la capilla San Francisco de Asís son los mismos que se dirigen a estos merenderos ubicados en la costa del río durante los fines de semana.
"Mis hijos tienen juguetes y nosotros somos humildes pero igualmente cuando nos vinimos a vivir a la costa del río los otros nenes miraban sorprendidos por los juguetes de mis hijos y no podían creer. Hace muy poco lo inauguramos, tratamos de mantenerlo con las colaboraciones pero cuando no tenemos ponemos plata desde nuestros bolsillos, por lo menos para que tomen una taza de leche caliente ahora que hace frío. Además, ellos están esperando la merienda durante toda la semana y se ponen muy contentos porque la gente de la iglesia San Francisco nos ayuda y los hacen jugar.
"Ellos se ponen muy contentos y vemos la alegría que tienen en sus caras cuando ven las gaseosas, el arroz con leche y la chocolatada; tienen muchas necesidades y algunos estaban sin ropa y con el frío que hacía. Y siempre regalo la ropa de mis hijos y eso que a nosotros no nos sobra para nada, pero me imagino si fueran mis hijos y eso me da fuerza para ayudar y mi mamá me ha enseñado que hay que dar para recibir. La felicidad de ellos cuando ven la taza es muy linda, acá estamos los sábados y si podemos vamos a darles los domingos de por medio", explicó Carolina.
También agregó que si no consiguen colaboración de alguien, toman dinero propio y hacen las compras: "Cómo les decís que no les vas a dar el chocolate, no se puede. A veces compramos dos paquetes de pororó y lo comen todo, son aproximadamente 25 los chicos que vienen pero seguro que se van a sumar más. A las familias les gusta porque por lo menos no andan en la calle y yo les hablo y les digo que no hay que pelar y que tienen que respetar a los más grandes. Además, se entretienen y vienen siempre más temprano porque a las diez de la mañana ya se dan una vuelta, se ponen a ayudarnos y realmente están esperando que llegue el sábado".
En otro orden, la joven, mamá de una nena y un varón, nos comentó que hace unas semanas atrás autoridades del municipio asistieron a la costa del río para "pedir votos". En este sentido, admitió: "Nos da bronca porque los políticos se fijan en el delincuente y ensucian el barrio, pero no se dan cuenta que en la costa del río también hay familias que trabajan y que tienen a muchos hijos. Hay de todo como en todos lados pero da bronca porque no piensan en estos chicos que son el futuro. Sin embargo, vinieron la semana pasada para pedir votos por las elecciones y después se olvidan de todo, no hay trabajo ni te dan nada. Eso es lo que causa impotencia que vengan a traer bolsones de azúcar ni leche para ayudarnos un poco.
"Hay gente que realmente necesita y mi idea es que más adelante pueda hacerles un guiso para la noche. Son chicos que quieren jugar y no lo hacen casi nunca, además, no tienen a nadie que los incentive a hacer un taller o estudiar porque lo principal es poder comer. Pienso en ellos que tienen hambre en todo el día y en sus papás que no tienen trabajos y no se cómo hacen realmente. Por eso quiero ayudar porque es impresionante el hambre y la ansiedad por venir", concluye.
Esta zona es una de las que no se muestran en los espacios comunicacionales ni gubernamentales, es allí donde el Estado se encuentra completamente ausente, al menos al momento de cumplir con sus verdaderas funciones y deberes. Esa es la pobreza de Carlos Paz que sólo se conoce por quienes visitan el barrio y la que se esconde y margina con todas las letras y en todos los sentidos.
Casi con seguridad se comprueba la idea de que quienes menos tienen, son los que más colaboran, sin pedir nada a cambio, sin condiciones y con voluntad y amor. Son quienes ayudan, desde la humildad.

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