odos los sábados y domingos, niños que viven en la costa del río y en otras partes de nuestra ciudad, van a la casa de esta familia que, con profunda predisposición dedica horas de su tiempo a alimentarlos y contenerlos.
Al fondo de calle Torricelli, sobre la costa del río San Antonio (que abarca desde Sarasate hasta Verlaine) vive Alejandra, junto a sus cinco hijos y su marido. Hace algunos años, decidió reunirse con una vecina y comenzar a formar lo que hoy conocemos como el merendero «Arroz con Leche». Allí, las necesidades de contención y alimentación son muchas, los niños asisten todos los sábados y domingos y llegan a ser 50. La casa de Alejandra sirve como el escenario más acogedor y especial en el que pudieran estar: juegan, comparten, meriendan, charlan y también se educan, con el amor y respeto brindado por este solidario grupo de personas que desde la humildad contribuyen a construir un mundo mejor.
Lejos de las drogas, la marginalidad o los conflictos familiares, estos chicos suplen vacíos en las manos de Alejandra. Aunque no todos, la mayoría se encuentra en condiciones de precariedad.
«Nadie sabía trabajar en un merendero pero tomamos contacto con los chicos, fuimos aprendiendo y empezamos a agregarle cada vez más cosas. El año pasado le sumamos coreografías y hasta nos llamaron de escuelas secundarias para darlas a conocer. Todos los fines de semana hacemos juegos y tratamos de superarnos para darles una mejor contención, evitar que anden en la calle, enseñarles a no pelear y a respetar. Este año vamos a continuar con esos trabajos, y contamos con entidades que nos van a ayudar. Queremos que tengan un buen porvenir y puedan ser alguien. Quiero que recuerden que alguien alguna vez los tuvo presente».
El pasado 20 de marzo abrieron nuevamente sus puertas, recibieron donaciones y comenzaron esta etapa, con las esperanzas renovadas. «Como siempre, contamos con el apoyo de Víctor Curvino, quien nunca se olvidó de los chicos. Este año se acopló al merendero una fábrica de galletas de Buenos Aires, que participará de algunas jornadas y nos donará las galletitas. Lo que necesitamos es muy variado, pero principalmente leche, azúcar, arroz, fideos, ropa, calzado. Nosotros las entregamos en la costa o mi marido la lleva a una villa de La Calera».
* La escuela y el barrio
La educación es el pilar de toda sociedad, y por su parte, la familia es el núcleo esencial de toda comunidad, el inicio de una formación fundamental. En esta oportunidad, Marco y Nair, hijos adolescentes de Alejandra se encargan de brindar apoyo escolar. «Junto a unos compañeros de la escuela vamos a ayudar a los chicos con sus tareas. Es más, todas las materias de la especialidad que curso quieren trabajar con el merendero. En el caso de Comunicación Social, por ejemplo, tenemos que filmar un vídeo y documentales en la costa», explicó Marco, quien cursa sus estudios secundarios en la Dante Bonatti de la localidad de San Antonio de Arredondo.
La familia nos comentó que durante el 2009 recibieron la colaboración de numerosas instituciones de nivel medio de la villa y encararon proyectos junto con el Instituto Remedios de Escalada de San Martín y la Escuela Pedro Carande Carro.
* Aprender desde abajo
En los primeros momentos manejar a tanta cantidad de chicos se tornaba difícil. Pero con el amor y la ayuda de todos los integrantes de esta familia, junto a vecinos y grupos de la comunidad que se solidarizaron, se logró avanzar y emprender un camino sin retorno, repleto de voluntad y predisposición.
«Víctor traía los chorizos y con mi marido les hacíamos choripanes. A veces hacíamos desfiles de disfraces y todas actividades divertidas para mantenerlos entretenidos. Además, estamos contentos porque se ofreció una señora para enseñarles teatro.
«Al principio los chicos eran muy cerrados, y hace siete años no teníamos experiencia ni tanto apoyo. Fuimos aprendiendo a los `ponchazos´. Ahora ya estamos bien organizados, mis hijos se hacen cargo del merendero si yo me tengo que ir, y ellos también lo disfrutan», señaló Alejandra.
«A través de los viajes educativos recibimos las donaciones de las personas que van a disfrutar de los rincones cordobeses, quienes generalmente llevan alimentos no perecederos». Luego, Alejandra y Mary se encargan de entregarlos a otras familias, repartir viandas y, si sobró, comparten el arroz con leche. «Acá nos conocemos todos y sabemos dónde hay necesidades fuertes», puntualizó la vecina.
El merendero «Arroz con Leche» creció considerablemente con el paso de los años, conocer su historia y experiencias nos permite comprender que desde la simpleza podemos conocer al otro, entender y compartir. Ojalá la gente que vive a los alrededores de la costa del río y en toda la ciudad pueda colaborar; así como dejar de lado los estigmas y pre-conceptos con los que -lamentablemente- vivimos a diario.
* Datos y ayuda
Aunque no pudimos acceder a cifras oficiales, en la costa del río habría alrededor de 120 familias viviendo, con un promedio de cinco hijos, como mínimo.
Para colaborar con «Arroz con Leche», comunicarse al 03541-15591462.
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