miércoles, 26 de octubre de 2011

Bastones Integrados: «La vida no se acaba con una discapacidad»


Quedó ciega cuando tenía 42 años y hoy es un referente para las personas que padecen problemas visuales en forma total o parcial. A pesar de esa «oscuridad» sabe y siente que la vida continúa, y que ayudar a los demás es su gran labor social.

«Puchi», como le llaman sus conocidos, tiene una fuerza interior que contagia a cualquiera. En su relato narra con voz pausada que hace más de diez años perdió la visión en sus ojos producto de una «mala praxis»; a partir de entonces, su vida cambió por completo. En medio de la oscuridad, después de un proceso interno que debió transitar, hoy es capaz de gritar a los cuatro vientos que se puede.
No se cansa de afirmar, una y otra vez, que es posible salir adelante. Claro, a pesar de los cientos de obstáculos. Parece que como sociedad aún no nos acostumbramos a convivir junto a personas con discapacidad, o lo que es peor aún, no nos interesa que quienes padecen capacidades diferentes puedan incluirse y sentirse tenidos en cuenta, algo tan simple como eso.
Desde siempre, Carlos Paz ha carecido de espacios estatales donde se pueda contener a este sector de la población, y ante esa gran ausencia, han surgido talleres y entidades que prestan su ayuda. Sin embargo, las personas que padecen algún tipo de problema visual no tienen un lugar donde los reciban, excepto la casa de «Puchi».
Su nombre es Graciela Rofrano y vive en barrio La Quinta Primera Sección de nuestra ciudad, allí recibe a todos sus amigos y conocidos que padecen ceguera o disminución visual, los orienta, los asesora, los acompaña en este camino y, lo más valioso, es que intenta contagiar ese espíritu de lucha. Ella sabe que se puede, que el mundo no termina en la ceguera.
Esta mujer es ejemplo para muchos. «Puchi» es la iniciadora de «Bastones Integrados», la ONG local que hoy no tiene un lugar físico para funcionar, pero pese a ello aún conserva la esperanza de crear en Carlos Paz una escuela para ciegos. Según su testimonio y experiencia, en nuestra Villa hay alrededor de 800 personas en esta situación, que perdieron la vista siendo ya adultos (total o parcialmente; y que constituyen la mayoría) o bien desde su nacimiento. La idea es incentivarlos a que continúen sus caminos con cierta independencia, haciéndoles comprender que existe la posibilidad de seguir adelante.
Claro está que ella hace lo que puede: desde vender rifas o gestionar un bastón con el Club de Leones, hasta escuchar y aconsejar a alguien que necesite dialogar. Para ella, lo importante es que sus pares entiendan que sí se puede. «Nadie me enseñó a usar el bastón. Un día vino una profesora conocida y me preguntó dónde había aprendido la técnica, ella no lo podía creer cuando le dije que lo había hecho sola», confesó.
«Todos mis conocidos dependen de otra persona, tanto chicos jóvenes como gente más grande. Hay algunos que se niegan a usar el bastón, pero ellos tienen que saber que ese instrumento es nuestra vista, y sólo así podrán independizarse. Hay otros que quieren un perro guía, por ejemplo, pero para ello primero tienen que aprender a utilizar el bastón», completó.

Adversidad
A nivel local la problemática de la ceguera es una cruda realidad. Sin la intención de comparar, pareciera más difícil aceptar la situación de padecer ceguera luego de haber visto con normalidad; que aquella que proviene de nacimiento. En aquel sentido, la familia y la propia persona deben asumir que comienza una nueva vida, una nueva forma de relacionarse y de emprender una etapa diferente.
Graciela es una mujer con mucha fuerza, fe, esperanza y voluntad. En ella se evidencian esas ganas por seguir adelante, por no dejarse caer ante esta experiencia que le ha tocado transitar y que, por cierto, la vive con mucha dignidad. Su voz, en todo momento, da cuenta de ese ánimo y de las ganas de ayudar a sus semejantes.
«Me gustaría decirles a las personas ciegas que se animen y salgan a la calle sin miedo, porque yo comprendí que podemos hacer lo mismo que quienes ven, aunque solicitando ayuda. Hay que cambiar la actitud y dejar de renegar por lo que nos toca pasar. Sé que en algún momento la ONG va a ser grande y la sociedad tendrá que aceptar a las personas ciegas. Se necesita un cambio en la gente, por eso pensamos que sería bueno que comencemos a dar charlas en los colegios, a chicos del primario y del secundario. Desde `Bastones´ queremos cubrir el tiempo de soledad del ciego, ofrecerle actividades y una vida social normal, como la de cualquier ser humano. Como yo pude, sé que todos pueden, y eso es lo que me impulsa a continuar».
En nuestra ciudad son muchas las necesidades y problemáticas: hay personas que no tienen bastones, otras que lo tienen pero no saben utilizarlo, y quienes tampoco conocen el sistema Braille. La falta de espacios coarta la oportunidad de encontrarse entre pares para conversar sobre las dificultades que se les presentan.
«Lo que ocurre es gravísimo y nadie le da importancia. Conozco a muchas personas y familias que están en una situación de abandono, a ciegos que están encerrados en sus hogares porque siempre dependen de alguien. Es más, personalmente podría haber estudiado Braille porque mi mutual me cubre el gasto de un profesor, pero no lo hago porque sé que aquí vamos a poner una escuela en la que enseñemos este sistema, manejo de bastón, brindemos asistencia psicológica y dictemos talleres de contención», aseguró.
«Puchi» asegura que las complicaciones surgen también con la escritura, ya que van perdiendo esa capacidad para algunos tan natural. «Se va deteriorando. Ninguno de los carlospacenses ciegos conoce Braille; para ir a la escuela Julián Baquero, ubicada en Córdoba capital, es necesario que alguien los acompañe y eso es imposible», admitió; y añadió en relación a la familia: «Los que alguna vez vimos con normalidad, tenemos que adaptarnos a la familia. Es muy duro y no puedo esclavizar a mis hijos por la situación en la que me encuentro. Hay que tratar de incluirlos, porque es muy difícil».
Esta luchadora tiene muchas expectativas en que el Gobierno entrante, encabezado por el intendente electo Esteban Avilés, pueda colaborar con la ONG y otorgarles el apoyo que no recibieron hasta ahora. «Avilés conoce la problemática y cuando fue presidente del Concejo de Representantes mantuvimos algunos encuentros. Así que sabemos que colaborará con nosotros», expresó.
Por último quiso dejar un mensaje a sus pares, unas palabras alentadoras para quienes creen que todo está perdido: «Quiero dejarles un saludo grande y decirles que estoy segura que tendremos una escuela en Carlos Paz, o al menos un lugar para encontrarnos. Todos los que necesiten algo, desde un bastón hasta el hecho de hablar con alguien, sepan que yo estoy dispuesta a colaborar y escucharlos. Sólo tienen que llamarme», comentó.
«Quiero ayudar porque sé que el mundo no se acaba con una discapacidad, la vida continúa y hay que seguir adelante», indicó con fuerza y mucha actitud.

Para colaborar
Para comunicarse con Graciela, llamar al 486865 o 03541-15651393.

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